
14 May Mamífera (I)
Mamífera (I): la historia de mi embarazo
Cuando mi pareja y yo sentimos que nuestro amor era tan fuerte como para sostener otra vida y ser los cimientos de un nuevo ser, empezamos a buscar un bebé.
El proceso tuvo matices de todos los colores. Pensar que podría estar embarazada, pero aguantar hasta que me viniera la regla para descartar o celebrar era una mezcla entre nervios, ilusión, ansias…
He de confesar que cuando me enteraba que alguna mujer cercana estaba embarazada sentía una mezcla de alegría intensa capaz de hacer que se me saltaran las lágrimas, y un resquicio de envidia deseando ser yo la portadora de vida.
Me escuchó cada vez que le dije que tenía miedo al parto

Y un día pasó. Ay qué ilusión cuando en ese predictor salieron las líneas que esperábamos. Me costó asimilarlo. Iba a ser mamá, él iba a ser papá, y a partir de ahora siempre habría alguien que de algún modo nos uniría para bien y para mal. Era una decisión importante esa que habíamos tomado y que ahora se materializaba.
Queríamos esperar hasta la semana 12 para contarlo, pero no fuimos capaces, y a nuestras personas más queridas se lo contamos antes. Hubo quien no se lo creía, pero el denominador común fue la alegría. Es hermoso ver como familiares y amigos se vuelcan con alguien desde que tiene apenas el tamaño de un garbancito. Y eso me tocó mucho a mí, por ser la que la llevaba dentro.
No me faltaron atenciones y mimos. El mejor asiento, la comida que podía comer siempre por delante, “no levantes peso que ya lo cojo yo”…
Aunque siempre había alguien se empeñaba en recordarme que iba a dormir poco y que lo que venía era duro, nunca me había sentido tan mimada y sólo podía pensar que nuestra pequeña tenía suerte de contar con esa tribu que la protegía ya dentro de su madre.
El milagro de la vida.
Hasta ese momento esas cinco palabras me parecían simplemente una frase hecha, pero ahora lo pienso y cobran un sentido especial.
Aunque por supuesto no todo fue color de rosa, no hay embarazo sin síntomas y como corresponde tuve muchos. Algunos vinieron para quedarse siempre conmigo; y otros a lo largo del posparto, o en el mismo parto desaparecieron.
Sin embargo, yo sólo pedía poder disfrutar sin necesidad de hacer reposo en el embarazo, y así fue. Sabiendo que nuestro bebé estaba bien y que yo podía moverme sobrellevaba muy bien el resto de cosas y disfrutaba enormemente de mi barriga y su crecimiento.
Esa sensación de ir siempre acompañada, mirarme al espejo y verme hermosa como nunca, ponerme la ropa más pegada que tenía en el armario para que se me notara bien esa barriguita que iba creciendo…
Creo que nunca he tenido tanta conexión conmigo misma, con mi cuerpo, con la tierra, con el resto de mamíferos. Para mí el embarazo fue una cura de humildad, ver que somos parte de un mundo hermoso en el que la naturaleza sabe qué tiene que hacer y sólo hay que dejarse llevar. Es maravilloso cómo nuestro cuerpo está pre-programado para albergar vida. El milagro de la vida. Hasta ese momento esas cinco palabras me parecían simplemente una frase hecha, pero ahora lo pienso y cobran un sentido especial.

Y con todo esto no puedo ocultar que las últimas semanas de embarazo fueron duras, especialmente por las noches. Los últimos días lloraba antes de irme a dormir. Lloraba a mi pareja, por dolor, cansancio, pesadez, presión, incomodidad…Le lloraba y él se deshacía en amores y atenciones. Él es así, dulzura absoluta.
Me escuchó cada vez que le dije que tenía miedo al parto, no sólo porque nos pasara algo al bebé o a mí, sino porque tenía miedo al dolor, al proceso, a que fuese un parto instrumentalizado, conozco demasiado sobre violencia obstétrica y me daba pavor protagonizar una de esas historias. Miedo con todas sus letras.
Él me escuchaba, y me sostenía la mano. Mientras, yo no le dejaba casi espacio para hablar porque soy tan amante de la ciencia como de las emociones; y un embarazo era la excusa perfecta para aprender. Mi cabeza estaba llena de información, y mi cuerpo era pura emoción. Necesitaba compartir a borbotones.
No he leído más en mi vida: sobre biología, desarrollo evolutivo, cambios en la madre…. Soy de las que piensa que la información da poder y en este caso también tranquilidad. Bajo este lema me hice experta en el parto, en cómo prepararlo, en el desarrollo embrionario, fetal, los cambios en el cuerpo y el cerebro de la madre, la lactancia, los cambios en el cerebro del padre…
Y así, entre lectura y lectura llegó el día del parto.
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